Wednesday, February 28, 2007

comelata

A veces pienso que escondo en mi interior a una mujer de 300 libras. Me gusta comer. Me gustaría permitirme pesar lo que mi apetito me pide. Pero mi mentalidad enfermiza de ex-bailarina me persigue por todas partes. Es difícil mandar pal carajo a mi Gelsey Kirkland interior. Allá para mis días de solista en una compañía de baile de la capital me llamaron una vez a la oficina de la directora para informarme que en unas fotos que habían sacado para promocionar la puesta en escena de "Agueybaná", se podían ver por entre mi taparrabo unas marquitas que mantenían un sospechoso parecido con "the C word" (rima con bursitis). Me preguntarán que que yo hacía con un taparrrabo en tan distinguida compañía de ballet clásico. Pues yo era Guanina, quién iba a ser?. Me embadurnaron de pancake Max Factor color marrón, dos trenzas y un puca. Y aquí viene lo gracioso, el pancake se ponía por las piernas y todo o sea que no estaríamos usando tights. Al perder el necesario support de las medias lycra a las que estaba acostumbrada, se me cayeron las carnes y eso fue lo que me llevó directito a la oficina de la directora para un tremendo mangue. Han pasado MUCHOs años de esto, pero escribiéndolo aquí me hace revivir el tremendo pachó que pasé aquella tarde en la oficina de Doña Ana una vez más. Señores, a los 18 años, haciendo ejercicio todos los días, comiendo lechuga y bebiendo cristal light ya yo tenía CELULITIS. Por más maratones que corra ahora, muchos años después de haber dejado de bailar y/o hacer yoga todavía la tengo, no se me va. Es parte de mí. Y lo gracioso del caso es que cuando me estoy jartando de comida rica y sabrosa no pienso para nada en ella.

1 comment:

Luis said...

uffff, que fuerte, el tell all de una ex-ballerina puertorra...